De repente, tengo la necesidad de estar sola, por lo cual me alejo del resto. Camino, despacio, hacia el centro comercial mas próximo, con la escusa de que tengo que atender mis necesidades. Pero no son físicas, sino psíquicas. Lo que mas anhelo en esos momentos es retirarme, ver el mar, y estar meditando. Me siento en un banco de los que hay en el paseo del puerto. Y miro el océano, en su más profunda extensión (no sabes lo afortunada que me siento al tener esta vista delante). En estos momentos, no puedo hacer otra cosa que no sea filosofar. Sobre mi vida, sobre mi en general, sobre ti en particular. Sé que podrá parecer la tontería mas grande del mundo, pero ahora mismo te echo de menos y siento que te necesito a mi lado, en un instante en el que hasta la música me sobra. Sé perfectamente que yo no soy como las demás personas, en el sentido de necesitar a alguien a su lado porque no quieren verse solos. Yo no, a mi me gusta mi soledad, encontrarme con mis pensamientos, y el resto me da igual (y todo el mundo lo sabe).
Por eso, noto que eres importante, en el preciso segundo en el que me entero que sacrificaría mi adorada soledad por tener tu nerviosismo a mi lado enturbiando mi tranquilidad.